Es la guerra que proporcionalmente le ha causado más
bajas a Estados Unidos. Según fuentes
americanas (The Navy Department Library) las muertes en combate de Estados
Unidos en la guerra México–Americana fueron apenas 1,733 entre ejército, armada
e infatnería de marina, pero el total de muertes por causas no relacionadas con
la guerra (enfermedades, lesiones provocadas a largo plazo por la guerra)
fueron 13,283, el total de combatientes americanos fue de 32,000, lo que hace
una tasa de 41.5%, mayor aún que la primera guerra mundial, la segunda guerra
mundial o la guerra civil (ésta última el conflicto armado en el que han muerto
más norteamericanos, debido a que ambos bandos eran estadounidenses). Esto sin contar los lesionados de gravedad
(mutilados, por ejemplo), que según la misma fuente es de 4,152, ¡lo que
elevaría la tasa total de bajas a 54.5%!
No se toman en cuenta las deserciones, hubo combatientes norteamericanos
que se pasaron al bando gringo, como los irlandeses y europeos que conformaron
el batallón de San Patricio, y otros desertaron para prestarse como
guardaespaldas en los tortuosos y peligrosos caminos de ésa época, servicio
concedido a ambos bandos, tampoco se toman los datos de las milicias
estadounidenses que apoyaron a los regulares norteamericanos, no hay datos de
sus bajas.
Existen muchos mitos en torno a éste conflicto por
parte de ambos bandos, ambos combatientes exageraron sus relatos de la guerra,
y para desgracia nuestra, la historia de nuestro país y de ésta guerra sólo
toma las derrotas gloriosas, pero derrotas al fin, casi nadie menciona nuestras
victorias y los hechos de armas gloriosos de parte de México, en parte debido a
que el comandante en jefe era Antonio López de Santa Anna, sin duda el
personaje más controvertido de nuestra historia. Es cierto que hizo muchas cosas malas, pero
también cosas buenas, y por algo lo llamaban cuando para gobernar el país para
ser presidente, en total lo fue 11 veces, pero ojo, si se suma el tiempo
corrido sólo fue presidente sólo juntó 45.5 meses, es decir, 3 años, 9 meses y
medio, por el contrario, Porfirio Díaz fue presidente 3 veces para un total de
30 años, y el ídolo de la izquierda, Benito Juárez, fue presidente una sola vez
por un total de 14 años, sólo la muerte lo pudo sacar de la presidencia.
Contrario a la creencia popular, alimentada por el
gobierno, y muy difundida en internet en tiempos actuales, Santa Anna no vendió
ni Tejas (así se escribía en ése entonces) ni los territorios de la Alta
California y Nuevo México (más de la mitad de nuestro territorio en ése
entonces), Tejas se separó antes de la guerra con Estados Unidos y obtuvo su
independencia al derrotar al ejército mexicano en San Jacinto por errores
tácticos de Santa Anna, quien había ganado todas las batallas anteriores y
tenía al ejército texiano en graves problemas, al ser capturado se le ofrece
perdonarle la vida a cambio de firmar el armisticio y aceptar la independencia
de Tejas, cosa que acepta Santa Anna en los tratados de Velasco, no reconocidos
por el gobierno del centro de México. Los
territorios de Alta California y Nuevo México nos fueron arrebatados tras la
guerra con Estados Unidos, el tratado, llamado de Guadalupe–Hidalgo, fue
firmado por el entonces presidente D. Manuel de la Peña y Peña. A cambio, Estados Unidos daría una indemnización
de 15 millones de dólares de ésa época, una cantidad astronómica si se traslada
a la época actual (aproximadamente 400 millones de dólares), ¡y es la única
guerra de la que sé que el vencedor paga al vencido!
México antes de la guerra contra Estados Unidos. |
Los antecedentes de la guerra se pueden encontrar en
factores como la autorización de colonos anglosajones en Tejas y la Alta
California para poblar esos territorios.
Hasta antes de la independencia de Texas los territorios del norte
estaban escasamente poblados, el gobierno mexicano ofrecía tierras gratis, y
proveía de granos, semillas y apeos de labranza a los que quisieran irse a
habitarlas, ya que se veía el peligro potencial del expansionismo
estadounidense, sin embargo, la gente del centro no quería irse a esos
territorios, en parte por el centralismo.
Cuando Vicente Guerrero y Santa Anna abolieron por enésima vez la
esclavitud los colonos anglosajones en Texas se independizaron ya que les
resultaba perjudicial el no tener esclavos.
Otro antecedente es la famosa Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto,
el primero decía: “América para los
americanos”, sólo que por americanos se entendía los estadounidenses, y era un
intento de mantener alejadas a las potencias europeas de América, sobre todo
los ingleses. Una consecuencia del
Destino Manifiesto es que los norteamericanos del siglo XIX se veían como una
especie de pueblo elegido por Dios, que debía dominar todo el continente
americano, y que debía extenderse de costa a costa (de ahí la expresión norteamericana,
“from coast to coast”), y la manera más fácil era anexarse los territorios
mexicanos del norte, Estados Unidos hizo ofertas de compra al gobierno
mexicano, pero ningún político de nuestro país aceptó. Un factor poco mencionado en México es la
política estadounidense, en ése entonces la división no era entre republicanos
y demócratas, sino entre esclavistas y abolicionistas, había un acuerdo para
hacer que el norte fuera abolicionista y el sur esclavista, por lo que los
políticos esclavistas se fueron por la salida fácil de aumentar el territorio
sureño para tener más votos en el Congreso, para lo cual había que quitar a
México sus territorios.
Poco después de la independencia de Texas la
república texana se unió a Estados Unidos, lo que provocó fricciones
diplomáticas entre México y Estados Unidos.
En 1845 James Knox Polk asume la presidencia de Estados Unidos, siendo
él un político esclavista, y no duda en anexar los territorios mexicanos. El casus belli fue un enfrentamiento junto al
Río Bravo: desde la época colonial la
frontera entre Tejas y Tamaulipas era el Río Nueces, junto a la ciudad de
Corpus Christi, pero los texanos reclamaban como frontera el Río Bravo, por lo
que construyeron un fuerte frente a Matamoros, el fuerte Texas, un día dragones
americanos estaban explorando cuando fueron atacados por soldados mexicanos,
hubo 11 muertos y el incidente le dio excusa a Polk para declarar la guerra, ya
que “sangre americana había sido derramada en suelo americano”, aunque en
realidad era suelo mexicano. Abraham
Lincoln, un orador destacado ya en ése entonces se opuso férreamente a la
guerra por considerarla injusta y por ser abolicionista, y criticaba duramente
a Polk, otro oponente era el senador Henry Clay, quien tenía un hijo llamado
igual que él en el ejército amerciano graduado de West Point, el joven oficial
moriría en la guerra. En el congreso
americano la guerra fue aprobada por 67 votos contra 14.
Uno de los primeros enfrentamientos fue el sitio del
fuerte Texas, que al final fue levantado y los Estados Unidos conservaron la
posición, durante el sitio el comandante del fuerte, Jacob Brown murió por un
cañonazo en una pierna, en su honor el fuerte fue renombrado a fuerte Brown,
que después se convertiría en Brownsville.
La primera batalla en serio fue en Palo Alto, cerca
de Brownsville, ganada por los americanos, el factor decisivo fue la artillería
voladora, creada por el mayor Samuel Ringgold, era artillería ligera que se
movía rápidamente por el campo de batalla, el mayor Ringgold murió cuando una
bala de cañón le atravesó ambas piernas mientras montaba a caballo. Por el lado mexicano no hubo mucha suerte, se
acordó que la banda de guerra tocara una melodía para elevar la moral, pero una
bala de cañón acabó con la banda completa.
El siguiente enfrentamiento sería en Resaca de la
Palma, en lo que hoy es Brownsville.
Mariano Ampudia tenía la ventaja numérica, pero creyó que era una
distracción y puso poca atención a la batalla, sin embargo, los soldados
mexicanos ofrecieron una férrea resistencia a pesar de tener un armamento
inferior y estuvieron a punto de ganar; un ataque de dragones estadounidenses
logró romper la línea, el ejército mexicano hizo dos contraataques, que fueron
rechazados por la artillería americana, por lo que se tuvieron qué retirar. En la batalla fue capturada la bandera del
laureado batallón de Tampico. Tras dos
derrotas Ampudia quedó como inepto, sobre todo después de haber estado tan
cerca de la victoria, fue destituido de su cargo y salió huyendo de Texas,
Santa Anna estaría aliviado de perder un rival.
Sin embargo, a pesar de lo que afirma la historia
oficial, no todo fueron derrotas. En la
Alta California los californios y las milicias ofrecieron una feroz resistencia
que hizo que vencieran en varias ocasiones a los invasores, a pesar de que el
comandante de las fuerzas federales en California había ordenado al ejército
retirarse al sur. En la batalla de
Olompali la infantería california derrotó a los colonos estadounidenses que
apoyaban a los americanos; en la batalla de Chino las milicias californias
derrotaron a las milicias de colonos americanos.
Una de las victorias más gloriosas del bando
mexicano fue en la batalla del Rancho Domínguez, en la que 50 lanceros
californios comandados por el capitán José Antonio Carrillo derrotaron a 200 infantes
de marina americanos (marines), y con eso lograron detener su avance a Los
Ángeles. Aprovechando unos cerros en el
rancho Domínguez, Carrillo movió entre los cerros a su caballería con su único
cañón ligero, haciéndoles creer que enfrentaban a un ejército mayor, los
lanceros californios hicieron uso de su destreza montando y atacaron varias
veces a sorpresa, sin disparar un solo tiro causaron 14 bajas sin ellos sufrir
ni una sola.
En la batalla de Natividad 15 milicianos californios
enfrentaron a 50 soldados americanos causándoles 4 muertos y 7 heridos,
mientras que los californios sólo sufrieron 5 heridos y detuvieron a los
norteamericanos.
En la batalla de San Pascual 160 californios
derrotaron a 200 americanos. Los
estadounidenses habían tratado de tomarlos por sorpresa, pero fueron
descubiertos y los californios contraatacaron al grito de “Viva
California”. Después los americanos
intentaron cargar, montados en mulas, pero el día anterior había llovido y había
lodo, junto a una niebla que dificultaba la visibilidad, la pólvora americana
estaba húmeda, y los caballos californios eran más veloces, por lo que no
pudieron alcanzarlos los americanos. Un
factor importante en ésta batalla fue que los californios conocían bien el
terreno, y usaron lo que tenían: sables,
mosquetes, lanzas, ¡e incluso la reata que usaban para arrear ganado! Los americanos volvieron a atacar, pero los
californios mantuvieron distancia y contraatacaron con sus armas de fuego, sus
lanzas (mataron al comandante americano), y sus reatas: las lanzaban y atrapaban a los jinetes
americanos, para después matarlos con sus lanzas. Las fuerzas californias, mandadas por el
general Pico, mataron a 19 americanos e hirieron a 15, sufriendo sólo 2 muertos
y 12 heridos. Finalmente, California
tuvo que capitular al llegar refuerzos del ejército y armada americanos, y al
no recibir ayuda del centro del país.
Batalla de San Pascual, lanceros mexicanos sorprenden a un oficial americano. |
Nuevo México fue capturado fácilmente, pero los
mexicanos y los nativos se sublevaron, esto se conoce como la revuelta de los
Taos, movimiento que le tomó tiempo a los americanos suprimir. En la primera batalla de Mora los americanos
atacaron, pero fueron exitosamente rechazados por el bando mexicano, primero en
una trinchera, luego en las casas del poblado.
Finalmente la revuelta fué sofocada.
El
batallón de San Patricio
El batallón de San Patricio es un batallón de
soldados americanos que se pasaron al bando mexicano, todos los soldados eran
inmigrantes europeos, la mayoría eran irlandeses, de ahí la denominación
“Batallón de San Patricio”, o “patricios”.
La gran mayoría eran católicos, y simpatizaron con México por tener la
misma religión que los mexicanos, otro factor es que los irlandeses sintieron
empatía por México, un país débil siendo atacado por uno fuerte, esa situación
les recordó la de su nativa Irlanda, país que fue invadido y anexado por
Inglaterra. La gran mayoría eran
irlandeses, con una fuerte presencia de alemanes católicos, y algunos
canadienses, ingleses, franceses, italianos, polacos, españoles, escoceses,
suizos, algunos esclavos americanos (de raza negra) y mexicanos sirviendo en
Estados Unidos. El batallón no se pasó
entero al bando mexicano, sino que fue reclutado furtivamente de manera
individual por agentes mexicanos, o atraídos por la publicidad mexicana, un
factor crucial en su decisión es que siendo la mayoría católicos o inmigrantes,
eran muy maltratados (según fuentes americanas el tratamiento que recibían los
patricios por los oficiales protestantes era abusivo) y discriminados por los
oficiales americanos, por lo que el mando mexicano les ofreció promesa de buen
trato y tierras al terminar la guerra, otras promesas incluían la ciudadanía
mexicana y una paga mayor. Su función
principal era la de ser artillería, función que desempeñaron muy bien: en la batalla de Monterrey se calcula que la
mitad de las bajas fueron causadas por los patricios, aparte de que ellos solos
rechazaron dos o tres asaltos al corazón de la ciudad, en la batalla de la
Angostura les causaron muchas bajas a la artillería americana e incluso les
tomaron dos cañones a punta de bayoneta.
El batallón de San Patricio era la contraparte mexicana de la artillería
voladora americana, frecuentemente se enganchó en duelos de artillería con sus
contrapartes americanas (la regular y la artillería voladora), duelos en los
que los patricios salían avantes. Su
lema era “Erin Go Bragh” (“Irlanda por siempre”). Tuvieron varias banderas, todas de color
verde, en diversos tonos, y el escudo era a veces el de Irlanda (el arpa de
Erin con tréboles), a veces tenía la imagen de San Patricio, o una cruz
plateada, a veces tenía también el escudo de México. El mando del batallón era exclusivamente
mexicano, aunque el mando de facto era el capitán Jon O’Riley. En algún momento Santa Anna cometió el gran error
de cambiarlos del rol de artilleros que tan bien hacían, al de infantería, aún
así, pelearon con gran valor. En la
batalla de Churubusco ofrecieron una fiera resistencia rechazando a los
americanos en varias ocasiones, incluso aún cuando se había terminado el
parque, causándoles muchas bajas. Un
intento de izar la bandera blanca fue frustrado cuando el capitán Patrick
Dalton de los patricios arrancó la bandera, según los testimonios americanos
hubo dos intentos más de rendición izando la bandera blanca que fueron
frustrados porque los patricios le disparaban a quien intentara rendirse. Finalmente, no hubo más remedio que aceptar
la rendición ofrecida por un oficial americano.
Los patricios, al ser desertores, sabían que iban a ser torturados y
ejecutados sumariamente por los americanos, por eso su resistencia tenaz y por
eso impedían la rendición. Tras la
batalla de Churubusco algunos fueron ejecutados, los que desertaron antes de la
guerra fueron marcados en la mejilla con un hierro candente con la letra
D. fueron juzgados en un juicio ilegal
sin defensa en el que no se guardaron las formas, y la mayoría fueron
ejecutados, la sentencia fue realizada por un oficial de ascendencia irlandesa,
excepto por dos patricios que fueron fusilados, la mayoría fueron ahorcados en
un sitio que miraba al castillo de Chapultepec, para que su última escena fuera
ver la bandera mexicana arriada, los patricios fueron llevados al patíbulo y el
cadalso fue abierto en el momento que la bandera americana fue izada en el castillo
de Chapultepec, el gobierno y el ejército mexicano protestaron severamente por
las ejecuciones e hicieron todo lo posible por salvar las vidas de los
patricios. Algunos sobrevivieron, pero desgraciadamente
no se les cumplieron las promesas hechas durante la guerra. El capitán O’Reily murió en Veracruz. Los mexicanos no olvidarían el sacrificio tan
grande hecho por los patricios. Cada 13
de septiembre, aniversario de su martirio, y cada 17 de marzo, día de San
Patricio, se les recuerda con eventos conmemorativos, en los cuales los
descendientes de ellos vestidos como irlandeses tocan melodías con gaitas
irlandesas; cada primer domingo de mes en el ex–convento de Churubusco se
realiza un desfile de gaitas en honor del batallón. Muchas calles, escuelas, incluso iglesias en el país toman el nombre del batallón de San
Patricio. En el Senado de la República
hay una placa conmemorativa en letras de oro con el nombre del batallón. En el 150 aniversario de su martirio el
presidente Zedillo presidió un evento en honor de ellos en la plaza San
Jacinto, donde fueron ejecutados algunos, actualmente hay un monumento en su
honor con el nombre de los mártires, México e Irlanda imprimieron timbres
postales y el gobierno mexicano regaló una estatua al gobierno irlandés. En Clifden, poblado natal de Riley, la
bandera mexicana ondea cada 12 de septiembre.
¡Erin Go Bragh!
Bandera del Batallón de San Patricio. |
Martin
Tritschler.
Don Martin Tritschler era un alemán nacido en Baden,
hijo de agricultores, que por las leyes del mayorazgo en Alemania emigró a
México al no poder heredar tierras. En
México se estableció en la ciudad de Puebla y se dedicó al oficio de la
relojería, que había aprendido en Alemania, y le fue muy bien en su oficio,
introdujo muchas técnicas al país, debido a su éxito se codeó con la alta
sociedad poblana. Durante la guerra
contra Estados Unidos fue nombrado capitán de la Guardia Nacional poblana y fue
herido en la batalla de Cerro Gordo; las tropas americanas de origen alemán
atestiguaron que por las noches un hombre rubio, alto, bien vestido, los
abordaba en las cantinas y les hablaba en un estupendo alemán con acento
germano. Ésta persona era Don Martin
Tritschler, quien había adoptado a México como su patria y trataba de convencer
a los que también eran alemanes de pasarse al bando mexicano, sus esfuerzos
incluían el repartir panfletos, muchos hicieron caso y engrosaron las filas del
batallón de San Patricio. Para mala
fortuna del germano, fue denunciado por espías y capturado por el ejército
americano. Su juicio reunió multitudes,
ya que se trataba de un hombre de sociedad muy conocido, que había participado
en la batalla de Cerro Gordo. Debido al
tumulto varios soldados americanos cuidaron el lugar del juicio, que fue
sumario (el Sr. Tritschler en una muestra de orgullo y valor llamó hereje al
jurado) y condenado a muerte. La gente
al enterarse del veredicto estalló en furia, hubo algunos que lloraron
apesadumbrados y los soldados americanos hubieron de dispersar a punta de
bayoneta la multitud. La sociedad
poblana intervino a favor de Don Martin, así los representantes del gobierno
mexicano, también el obispo de Puebla intervino a favor del alemán. El día que se había programado la ejecución
el sentenciado se había confesado, pero llegó el perdón del general Scott,
comandante en jefe de los americanos: lo
había indultado producto de la intervención del obispo y la sociedad poblana, y
temeroso de un levantamiento contra los americanos en la ciudad, también temía
que los prelados poblanos le quitaran el apoyo.
El Sr. Tritschler desempeñó un papel importante en la sociedad poblana
(entre ellas su heroico y caritativo papel en un incendio), se casó con un
mexicana y tuvo 8 hijos, de los cuales 1 hija sería monja, y dos hijos serían
primero obispos y luego arzobispos, de Mérida y de Monterrey. Su hijo Martin, primer arzobispo de Mérida,
fue propuesto en 2010 para canonizado, y su otro hijo, Guillermo, séptimo
arzobispo de Monterrey, fue nombrado Siervo de Dios y actualmente está en proceso
de canonización.
Tras perder el norte el ejército americano se
dirigió a México. La primer batalla fue
en Monterrey, que sufrió un sitio de 3 días, del 21 al 24 de septiembre de 1846. Durante el sitio los patricios diezmaron
abruptamente a los americanos, deteniendo varias cargas al centro de la
ciudad. Taylor envió a su mejor división
contra el este de la ciudad, donde fueron rechazados por tan solo 20 soldados
mexicanos. Los texanos y el general
Worth atacaron a la caballería mexicana se cuenta que: “"El Teniente Coronel Mariano Moret, que pudo
llegar al frente de 50 lanceros de Guanajuato
hasta la terrible línea de hierro y fuego de los estadounidenses, hace atroz
carnicería entre la infantería invasora, lanza en ristre, hasta quedar aislado en
la refriega, muertos sus bravos soldados y él solo, herido, llega intrépido
hasta los mismos cañones enemigos donde, rota su lanza, tira de la espada y
acuchilla, heroico y sublime, a los artilleros estadounidenses, desconcertados
en aquel punto por tan valiente carga. Después vuelve bridas y regresa a
galope, cubierto de sudor, polvo y sangre, yendo a reunirse con el resto de la caballería
que no pudo cargar...¡Había recibido en su cuerpo, caballo y montura quince
balas!..." En una ocasión los
defensores cargaron a bayoneta calada y rechazaron a los atacantes. Finalmente, se hizo un armisticio y se le
permitió al ejército mexicano retirarse con banderas desplegadas y a tambor
batiente.
La siguiente batalla fue la batalla de la Angostura,
el 22 y 23 de febrero de 1847, la batalla más sangrienta de la guerra y donde
hubo más combatientes. Santa Anna
planeaba detener a los gringos cerca de Saltillo. Zacchary Taylor esperaba eso y se atrincheró
en un paso a un lado de un cerro. El ejército mexicano marchó a paso forzado
desde San Luis, donde Santa Anna reclutó un ejército con tan dar un discurso de
algunos minutos en San Luis Potosí, y según algunos financió el ejército con su
propio dinero, casi llegando se dispuso a combatir para sorpresa de los
gringos, aunque antes Santa Anna astutamente ganó tiempo mandando un oficial
para dialogar sin el propósito de obtener algo, Santa Anna marchó hasta La
Angostura y en tan sólo 3 semanas llegó a Saltillo, llegando antes de lo
esperado por los americanos.
La tarde del 21 de febrero al llegar a la Angostura
algunas compañías del ejército mexicano trataron de escalar un cerro para tener
ventaja, los americanos también hicieron lo mismo para no quedar en desventaja
y se inició una rápida carrera para llegar a la cima del cerro, donde se
dispararon algunas voleas.
Temprano el día 22 los soldados mexicanos fueron
bendecidos por los obispos locales, suntuosamente ataviados, hecho atestiguado
por los norteamericanos. Los oficiales
americanos relatan que previo a la batalla era un espectáculo hermoso ver al ejército
mexicano hacer sus evoluciones en sus uniformes nuevos y vistosos “mientras los
clérigos con sus lujosas y muy ornamentas vestimentas religiosas bendecían al
ejército mexicano entero, el elevarse de las columnas de incienso hasta
disiparse en la atmósfera”. Taylor
revisó a sus tropas montado en un caballo blanco mientras las bandas militares
tocaban “Yankee Doodle” y “Hail Columbia”.
Del lado mexicano, Santa Anna pasó revista a sus tropas y supervisó
personalmente el emplazamiento de la artillería, hasta las filas americanas
llegaron los vítores de los soldados mexicanos:
“¡Viva México!”, “¡Viva Santa Anna!”, “¡Libertad o Muerte!”. Los primeros disparos fueron de ambos bandos,
cañones de 8 libras intercambiaron disparos.
Al iniciar la batalla los veteranos gringos cuentan que fueron atacados por 4,000-5,000 dragones mexicanos (soldados de caballería), que atacaron un flanco y desorganizaron las filas, los soldados americanos huyeron gritando "run for your lives" ("corran por sus vidas"), ¡a punto se estuvo de ganar la batalla! Taylor al ver eso ordenó una carga de caballería contra los mexicanos y que la artillería americana atacara a nuestra caballería, la caballería nacional debió replegarse. A la carga de la caballería mexicana se le conoce como "La Carga Dragona". El segundo de Indiana americano fue vigorosamente atacado por el general Lombardini, el empuje mexicano fue tal que hicieron retroceder a la infantería en total desorden y la artillería aunque trató de diezmar a los mexicanos tuvo que retroceder. El flanco izquierdo americano fue atacado por el general Ampudia, el ataque mexicano hizo retroceder a los americanos a la cima del cerro y los puso en serios aprietos.
Se cuenta que peleando por un cerro los mexicanos se quedaron sin municiones, y al ver eso no cundió el pánico: los soldados mexicanos cargaron a balloneta calada cerro arriba para sorpresa de los gringos, quienes pelearon por poco tiempo y se replegaron, a diferencia de lo sucedido en Churubusco, donde al verse en esa situación se rindió el ejército y se celebra aún la frase de Pedro María Anaya.
En la Angostura ya peleaban del lado mexicano los irlandeses que se pasaron al lado mexicano, el batallón de San Patricio. Pelearon como unidad de artillería, y lo hicieron bien, bombardearon las filas americanas y tuvieron duelos con la artillería gringa, duelos en la que los patricios ganaron. Un grupo de patricios atacó a bayoneta calada una batería de cañones americanos después de bombardearlos, lograron acabar con las dotaciones de artilleros y poner en fuga al resto, los patricios se apoderaron de dos cañones. Taylor mandó a dragones a rescatar los cañones, pero los patricios rechazaron a la caballería americana.
Al iniciar la batalla los veteranos gringos cuentan que fueron atacados por 4,000-5,000 dragones mexicanos (soldados de caballería), que atacaron un flanco y desorganizaron las filas, los soldados americanos huyeron gritando "run for your lives" ("corran por sus vidas"), ¡a punto se estuvo de ganar la batalla! Taylor al ver eso ordenó una carga de caballería contra los mexicanos y que la artillería americana atacara a nuestra caballería, la caballería nacional debió replegarse. A la carga de la caballería mexicana se le conoce como "La Carga Dragona". El segundo de Indiana americano fue vigorosamente atacado por el general Lombardini, el empuje mexicano fue tal que hicieron retroceder a la infantería en total desorden y la artillería aunque trató de diezmar a los mexicanos tuvo que retroceder. El flanco izquierdo americano fue atacado por el general Ampudia, el ataque mexicano hizo retroceder a los americanos a la cima del cerro y los puso en serios aprietos.
Se cuenta que peleando por un cerro los mexicanos se quedaron sin municiones, y al ver eso no cundió el pánico: los soldados mexicanos cargaron a balloneta calada cerro arriba para sorpresa de los gringos, quienes pelearon por poco tiempo y se replegaron, a diferencia de lo sucedido en Churubusco, donde al verse en esa situación se rindió el ejército y se celebra aún la frase de Pedro María Anaya.
En la Angostura ya peleaban del lado mexicano los irlandeses que se pasaron al lado mexicano, el batallón de San Patricio. Pelearon como unidad de artillería, y lo hicieron bien, bombardearon las filas americanas y tuvieron duelos con la artillería gringa, duelos en la que los patricios ganaron. Un grupo de patricios atacó a bayoneta calada una batería de cañones americanos después de bombardearlos, lograron acabar con las dotaciones de artilleros y poner en fuga al resto, los patricios se apoderaron de dos cañones. Taylor mandó a dragones a rescatar los cañones, pero los patricios rechazaron a la caballería americana.
Mil quinientos lanceros atacaron a los rifleros de
Mississippi, a 80 metros se detuvieron para empezar una guerra de nervios con
los americanos, pensando que tenían mosquetes, sin embargo, estaban equipados
con rifles, por lo que abrieron fuego y toda la primera línea mexicana cayó, lo
que obligó a los lanceros a retirarse.
A las 5 de la tarde Santa Anna mandó a las reservas,
que hicieron retroceder las líneas americanas, en respuesta Taylor ordenó un
bombardeo con metralla, que diezmó a nuestras tropas.
Los mexicanos desplegaron mucho heroísmo en ésa batalla, se veían descargas de fusilería hasta bien entrada la noche. Sin embargo, un aguacero obligó a suspender hostilidades, aunque se daban intermitentes cañonazos de parte de ambos bandos.
Los mexicanos desplegaron mucho heroísmo en ésa batalla, se veían descargas de fusilería hasta bien entrada la noche. Sin embargo, un aguacero obligó a suspender hostilidades, aunque se daban intermitentes cañonazos de parte de ambos bandos.
Los americanos, a pesar de estar atrincherados,
descansados y con mejor armamento, no pudieron detener el empuje del ejército
mexicano y perdieron varias posiciones y 4 ó 5 banderas (a la fecha, hay
quienes dicen que tenemos ése único honor en el mundo), el ímpetu de los
soldados del ejércit mexicano los obligó a abandonar sus posiciones y
retroceder, pero nuestros soldados no pudieron romper decisivamente sus líneas.
Pero aquí empieza la controversia, el ejército mexicano tenía la ventaja y los
generales urgían a Santa Anna a dar el golpe final, pero Santa Anna declaró que
la batalla estaba ganada y ordenó retirarse a Saltillo. Casi 150 años han
pasado, y la controversia sigue, se dan las versiones de que se había acabado
el rancho (los suministros), que el ejército mexicano ya no tenía agua potable,
que si fué por la rebelión de los polkos, que el ejército mexicano estaba
exhausto tras la marcha y la batalla y la moral estaba baja, que si Santa Anna
estaba vendido, etc., pero no se sabe a ciencia cierta qué fué lo que motivó la
retirada y nunca se sabrá. Los americanos al principio creyeron que era una
trampa, pero luego festejaron fuertemente la retirada del ejército mexicano,
hasta Taylor estaba sorprendido, ya que esperaban el ataque de nuestro ejército
y la victoria mexicana. Hay gente que
hoy en día defiende a Santa Anna, algo que me sorprendió cuando lo ví, ya que
se requiere de mucho valor para hacerlo, ellos afirman que no era traidor Santa
Anna, pero quien sí lo fue era Valentín Gómez Farías, un héroe para los
liberales, de él dicen los santaannistas que era un vendepatrias. Durante la guerra contra Estados Unidos
asumió la presidencia por ser el vicepresidente, y rápidamente dictó leyes
contra el clero, lo que provocó pugnas en la Ciudad de México y la rebelión de
los polkos, si Gómez Farías no era traidor, yo no lo bajaría de inepto, por
promulgar leyes que provocaban división en el momento en que el país necesitaba
estar completamente unido, no era conveniente pelear con la Iglesia Católica,
ya que en esos tiempos tenía mucha influencia y mucho poder económico. La retirada a Saltillo fue penosa, el
ejército estaba exhausto y malnutrido, la moral estaba baja tras la retirada
después de estar a punto de obtener la victoria, y el marchar en terreno
agreste provocó más bajas.
Batalla de la Angostura (llamada de Buena Vista entre los americanos). |
El siguiente hecho de armas con algo de victoria
para México fue en Huamantla, los mexicanos enfrentaron a los americanos, entre
ellos Rangers texanos, la decisión y tenacidad del ejército mexicano metió en
serios aprietos a los americanos, los Rangers lucharon desesperadamente
tratando de mantener la posición, Santa Anna ordenó un contraataque que detuvo
a los Rangers en seco, los americanos tuvieron la suerte de la llegada de
refuerzos, y la infantería mexicana hubo de retirarse.
Una de las pocas batallas por México en el centro
del país fue Santa Teresa, cerca de Alvarado, Veracruz. Los norteamericanos habían conquistado el
norte, pero habían determinado que avanzar de Saltillo a San Luis era un camino
largo y peligroso, en medio del desierto, por lo que resolvieron desembarcar en
Veracruz y seguir la ruta que Cortés había tomado 300 años antes, la llamada
Ruta de Cortés. Sobre la batalla de
Santa Teresa hay muy poca información en la red, salvo algunas menciones y un
video de cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar desfilando en
conmemoración de la batalla. La
madrugada del 15 de octubre de 1846 los norteamericanos intentaron desembarcar
en las playas cerca de Alvarado, Veracruz, la guarnición mexicana en el fuerte
de Santa Teresa los rechazó, la guarnición constaba de 33 defensores.
Rechazados los americanos, resolvieron sitiar el
puerto de Veracruz desde el mar e intentar un desembarco, pero se toparon con
el gravísimo problema que representaba el fuerte de San Juan de Ulúa,
construido en la época colonial bajo la filosofía de la traza italiana, capaz
de resistir artillería, para colmo de males de los americanos el fuerte de San
Juan de Ulúa (en 1568 resistió un asalto inglés encabezado por Francis Drake)
era de los mejor fortificados en el mundo, casi inexpugnable; destacados en el
fuerte había 1,033 hombres con 135 cañones, integrados por los batallones de
artillería, de Puebla y el activo de Jamiltepec, así como las compañías de
Tuxpan, Tampico, y el batallón activo de Alvarado, a la sazón, los americanos
concluyeron que podían reducir y tomar el puerto de Veracruz, pero no el fuerte
de San Juan de Ulúa. Amenazados por la
cercanía de una tormenta, los americanos decidieron desembarcar al sur del
puerto, en Playa Collado, en lo que fue el primer desembarco exitoso en la
historia de Estados Unidos, los estadounidenses marcharon al norte, rumbo a la
ciudad, pero una tormenta impidió que desembarcaran su artillería. En eso llegó el comodoro Matthew Perry y le
ofreció a Scott seis cañones navales, mientras que en la costa el joven capitán
Robert E. Lee supervisó la construcción de una batería de cañones; años después
el comodoro Perry sería enviado a Japón a abrir los puertos nipones a punta de
cañón (los japoneses devolverían la cortesía en 1941 al atacar Pearl Harbor),
mientras que Robert E. Lee llegaría a ser general y durante la guerra civil
americana fue el comandante en jefe de las tropas confederadas, en ese
conflicto se le consideró el mejor general de ambos bandos. Scott demandó a la guarnición rendirse, pero
el comandante mexicano Juan Esteban Morales se negó, por lo que comenzó un
nutrido bombardeo en el puerto, la artillería mexicana respondía con una gran
exactitud, causando grandes daños a los americanos, hasta que los americanos
usaron cohetes que causaron un incendio, lo que obligó a los artilleros a
retirarse. Llegaron noticias de que
Santa Anna marchaba en auxilio de los defensores, Scott envió 100 dragones a
explorar y se enteró que 2,000 soldados mexicanos y una batería de cañones se
aproximaba, por lo que los americanos se apresuraron en asaltar la plaza de
Veracruz, por lo que se inició un nutrido bombardeo, al día siguiente el
comandante militar de Veracruz ofreció una tregua para permitir a los niños y
ancianos abandonar la ciudad, pero Scott se negó creyendo que era una táctica
dilatoria y para hacerlos gastar comida.
Días después el segundo al mando del puerto negoció un armisticio de
tres días, tras lo cual se rindió la guarnición, con éste hecho el comandante
del puerto de Veracruz guardaba su honor, el día 29 de marzo de 1847. Pronto la fiebre amarilla causaría estragos
en los americanos, por lo que Scott dejó una pequeña guarnición en Veracruz y
marchó a Jalapa.
Batalla de Veracruz, bombardeo al fuerte de San Juan de Ulúa. |
Tras la caída de Veracruz Santa Anna presentó
batalla en Cerro Gordo. Los
norteamericanos estaban en ventaja numérica y lograron tomar la fortificación
levantada con movimientos de flanqueo. Según
algunas fuentes el entonces gobernador de Oaxaca Benito Juárez le negó el paso
a Santa Anna y al ejército mexicano por el territorio que él gobernaba, por lo
que nuestro ejército hubo de recorrer más camino. En la batalla los patricios opusieron una
dura resistencia contra los americanos.
Al terminar la batalla Santa Anna debió huir apresuradamente y perdió su
pierna prostática, que fue capturada por los americanos. El gobierno americano ha ofrecido
reiteradamente el cambiar la pierna de Santa Anna a cambio de las banderas que
perdieron en la batalla de la Angostura, pero el gobierno mexicano siempre ha
respondido: no, gracias.
Los americanos desembarcaron también en Tampico y
ocuparon la ciudad y el puerto. Durante
su estancia se apoderaron de los ingresos de la aduana del puerto. Navegaron aguas arriba siguiendo el curso del
río Pánuco y llegaron a Tuxpam, donde entablaron batalla con la guarnición del
general Perfecto de Cos. Cuatrocientos
soldados mexicanos hicieron frente a 1519 soldados americanos más varios buques
de guerra comandados por el comodoro Perry, el mismo día que se libró la
batalla de Cerro Gordo, el 18 de abril de 1847.
Ampliamente superados, el general Cos tuvo que retirar sus tropas hacia
las 3 de la tarde, con esto los norteamericanos se apoderaron de la Huasteca y
navegaron hacia el sur, a Campeche y a Tabasco.
Sin embargo, en junio del mismo año soldados y milicia mexicanos
atacaron a los americanos en Tuxpam, siendo rechazados, el 30 de junio de 1847
otro ataque mexicano sería rechazado en Tuxpam.
El comodoro Perry se dirigió a Tabasco y demandó su
rendición, a lo que el gobernador del estado, Juan Bautista Traconis, se negó
diciendo a los emisarios americanos que:
“diga usted al Comodoro Perry que primero moriré con mi guarnición
antes de entregar la plaza”. Perry
ordenó bombardear la ciudad, contaba con 700 soldados y 7 buques, contra tan
solo 253 defensores. Hacia las 2 de la
tarde del 25 de octubre de 1846 comenzó el bombardeo, una bala de cañón derribó
el asta donde ondeaba la bandera mexicana, creyendo que la plaza se rendía,
Perry mandó investigar, a lo que Traconis replicó que no se rendían, que un
cañonazo había derribado el asta y que la bandera sería izada en una Iglesia. Cinco asaltos intentaron los americanos, que
fueron rechazados valientemente por los defensores, por lo que a las 6 de la
tarde se retiraron, al día siguiente bombardearon nuevamente Tabasco, los
cónsules de España, Inglaterra y Alemania conminaron al gobernador tabasqueño a
rendirse para evitar más daño a la ciudad a lo que el funcionario mexicano
replicó que “la única forma de evitar eso, era que los invasores se
retiraran”. Viendo Perry que la
plaza no se rendía, y habiendo sufrido bajas de 252 muertos y 180 heridos
graves hubo de retirarse al puerto de Frontera, los defensores sólo sufrieron
50 bajas. Es así como Tabasco se cubrió
de gloria al negarse a rendir, rechazar a los americanos y derrotarlos en
batalla, una de las pocas victorias mexicanas en la guerra. En junio de 1847 los americanos otra vez
atacaron Tabasco. Perry movió sus buques
por el río Grijalva, siendo hostigado por francotiradores mexicanos, tomó un
fuerte y se tuvo que detener por unos obstáculos dejados en el río por los
defensores. Parte de los norteamericanos
desembarcaron y continuaron por tierra, hasta llegar al fuerte de Acachapan,
que fue bombardeado; mientras tanto, los buques lograron quitar los obstáculos
y seguir su navegación, brevemente confundieron a los americanos y los
atacaron, pero se dieron cuenta que eran aliados; al ver el comandante
mexicano, general Echagaray el desembarco y el bombardeo, se retiró a Tabasco,
que fue bombardeada, esta vez la plaza hubo de rendirse.
Segunda Batalla de Tabasco. |
En un momento dado, Santa Anna renunció a la
presidencia del país para enfocarse exclusivamente en combatir al ejército
americano, en una de las raras acciones desinteresadas del caudillo mexicano. En base a las experiencias en enfrentamientos
anteriores y tomando en cuenta que los americanos tenían un armamento superior
(los famosos revólveres Colt hicieron su debut en esa guerra), se llegó a la
conclusión de que no era conveniente enfrentarlos a campo abierto en una
batalla clásica, por lo que se ideó un plan decisivo, que consistía en
fortificar una serie de puntos alrededor de la ciudad de México, cada uno de
estos puntos estaría defendido por alguna brigada o par de batallones, que se
irían moviendo conforme amagaran el ataque los Estadounidenses, y tan bien planificado
fue esto que durante varios días los ingenieros y exploradores Estadounidenses
buscaron y buscaron un punto débil, el cual no encontraron, el plan era que una
vez que los estadounidenses entablaran combate en alguno de los puntos
fortificados estos fueran desgastados, y entraba la segunda parte del plan, que
era la División del Norte, que fungía como una unidad "libre" que
seguía como fantasma los movimientos Estadounidenses, en donde estaban todos
los veteranos, que venían de pelear la Angostura, Monterrey y desde Palo Alto,
este grupo de soldados ya curtidos eran los que si iban a combatir a campo
abierto, una vez que el ejército Estadounidense entrara en combate en alguno de
los puntos de defensa, llegaba la división de Norte a atacarlos en un segundo
frente por la espalda, y como movimiento final, y entiéndase posible victoria
total, la división de caballería con 4000 jinetes, debía llegar a cerrar la
pinza.
Ese era el plan acordado, ahora bien este se desbarató totalmente por la indisciplina y casi insurrección del General Valencia, comandante de la división del Norte, quien el entre el 17 y 19 de Agosto dejó de obedecer los movimientos que le mandaron, sin mandar contestación, y entablo combate por su cuenta y solo, en lo que fue la batalla de Padierna que fue un desastre para el Ejército Mexicano.
Ese era el plan acordado, ahora bien este se desbarató totalmente por la indisciplina y casi insurrección del General Valencia, comandante de la división del Norte, quien el entre el 17 y 19 de Agosto dejó de obedecer los movimientos que le mandaron, sin mandar contestación, y entablo combate por su cuenta y solo, en lo que fue la batalla de Padierna que fue un desastre para el Ejército Mexicano.
Grabriel Valencia pensó que podía derrotar a los
americanos en Padierna, en las cercanías de San Ángel, Contreras y
Tlalpan. Creyendo que podría derrotar a
los americanos en una “excelente posición”, dispuso a sus tropas en la cima de
un cerro, con un barranco a las espaldas y pidió refuerzos a Santa Anna, quien
no accedió por considerar riesgosa la acción y el sitio donde escogió batalla,
aparte de que estaba enfurecido por la indisciplina de Valencia, peor aún, el
terreno impedía mover la artillería; las órdenes de Santa Anna eran no dar
batalla y retirarse, para colmo de males, la noche anterior llovió y la
artillería de Valencia no pudo ser usada, aún así Valencia siguió obstinado en
trabar batalla. En la batalla es digna
de mencionarse una carga a bayoneta calada del ejército que permitió retomar el
rancho San Jerónimo (moderno San Jerónimo Lídice), pero las bajas mexicanas
fueron muy altas. Santa Anna se limitó a
mirar la batalla desde San Ángel sin enviar refuerzos, ya que para él era mejor
salvar lo que se podía del ejército en vez de enviarlo a una derrota total. En
la mente de Valencia se trató de una traición, y para colmo de males, el sitio
que escogió para la batalla era pésimo, los soldados americanos lograron
acercarse a su posición y no tuvo escapatoria, porque a sus espaldas había un
barranco que cortaba la retirada.
Gracias al protagonismo y pésima estrategia de Valencia se puso en
riesgo a todos los defensores de la capital.
El número de defensores de la ciudad de México era de 20,000 hombres, de estos 4,000 de la división del Norte más otros 4000 de la división de caballería que no formaban parte de la defensa como tal, si no que eran libres, dejaba a poco de más de 12,000 hombres para distribuirse en los diferentes puntos de defensa, los cuales quedaban entre 1,500 y 2,000 hombres por punto, en si eran insuficientes, pero se cubrió ese carencia en irlos moviendo conforme se moviera el ejército Estadounidense, la desaparición de la división del norte, ponía en peligro a todos los puntos fortificados, por que sin haber quien los apoyara abriendo el segundo frente, estos estaban condenados a ir cayendo uno por uno, el mover fuerzas al auxilio, era abrir huecos por todos lados, por eso ante la derrota en Padierna y la perdida de la División del Norte, la orden inmediata fue repliegue general hacía lo que vendría a ser la segunda línea de defensa, cuyas obras de fortificación aún eran parciales, y ahí estaba Churubusco, en donde ni se pensaba se podría entablar combate, y las obras estaban inconclusas.
L guarnición de Churubusco al momento era incluso más pequeña, Rincón y Anaya solo tenían a sus ordenes a los Batallones Bravos e Independencia, sin cañones y con las obras inconclusas.
Santa Anna en orden directa a Rincón, resistir a toda costa, se podría pensar que los estaba condenando y sacrificarlos para salvar al resto del ejército cuya retirada ya entablaba escaramuzas y tuvo que abandonar muchos pertrechos, pero...
Lo cierto es que Santa Anna, antes de retirarse a verificar la llegada del resto a la Ciudadela, dejo una batería de 5 cañones y también dejo como refuerzos en Churubusco, a la defensa del puente en especifico a las compañías del San patricio y al Batallón Tlapa así como algunas pequeñas unidades más.
Y una vez verificada la llegada del resto del ejército a la Ciudadela, Santa Anna en persona tomó al Batallón 1° Ligero y parte del 11° de Línea y marchó hacia la Hacienda Los Portales, en donde parte del ejército Estadounidense hacía un movimiento para envolver totalmente a Churubusco, además de otras fuerzas, como la de los Generales Pérez y Bravo, tomaban acción en las inmediaciones también.
Pero estas fuerzas al igual que las de Churubusco sufrieron el mismo problema, la falta de municiones, porque en la retirada se abandonaron varias carretas llenas de municiones, ante el pedido de municiones por parte de los defensores, Santa Anna ordenó mandar municiones.
El número de defensores de la ciudad de México era de 20,000 hombres, de estos 4,000 de la división del Norte más otros 4000 de la división de caballería que no formaban parte de la defensa como tal, si no que eran libres, dejaba a poco de más de 12,000 hombres para distribuirse en los diferentes puntos de defensa, los cuales quedaban entre 1,500 y 2,000 hombres por punto, en si eran insuficientes, pero se cubrió ese carencia en irlos moviendo conforme se moviera el ejército Estadounidense, la desaparición de la división del norte, ponía en peligro a todos los puntos fortificados, por que sin haber quien los apoyara abriendo el segundo frente, estos estaban condenados a ir cayendo uno por uno, el mover fuerzas al auxilio, era abrir huecos por todos lados, por eso ante la derrota en Padierna y la perdida de la División del Norte, la orden inmediata fue repliegue general hacía lo que vendría a ser la segunda línea de defensa, cuyas obras de fortificación aún eran parciales, y ahí estaba Churubusco, en donde ni se pensaba se podría entablar combate, y las obras estaban inconclusas.
L guarnición de Churubusco al momento era incluso más pequeña, Rincón y Anaya solo tenían a sus ordenes a los Batallones Bravos e Independencia, sin cañones y con las obras inconclusas.
Santa Anna en orden directa a Rincón, resistir a toda costa, se podría pensar que los estaba condenando y sacrificarlos para salvar al resto del ejército cuya retirada ya entablaba escaramuzas y tuvo que abandonar muchos pertrechos, pero...
Lo cierto es que Santa Anna, antes de retirarse a verificar la llegada del resto a la Ciudadela, dejo una batería de 5 cañones y también dejo como refuerzos en Churubusco, a la defensa del puente en especifico a las compañías del San patricio y al Batallón Tlapa así como algunas pequeñas unidades más.
Y una vez verificada la llegada del resto del ejército a la Ciudadela, Santa Anna en persona tomó al Batallón 1° Ligero y parte del 11° de Línea y marchó hacia la Hacienda Los Portales, en donde parte del ejército Estadounidense hacía un movimiento para envolver totalmente a Churubusco, además de otras fuerzas, como la de los Generales Pérez y Bravo, tomaban acción en las inmediaciones también.
Pero estas fuerzas al igual que las de Churubusco sufrieron el mismo problema, la falta de municiones, porque en la retirada se abandonaron varias carretas llenas de municiones, ante el pedido de municiones por parte de los defensores, Santa Anna ordenó mandar municiones.
Caído el plan mexicano de defensa por la torpeza de
Valencia, el ejército americano pudo destruir una a una las defensas
mexicanas. La primera batalla fue
Churubusco. El antiguo monasterio sirvió
de fuerte, los americanos atacaron con ventaja numérica de más de 2 a uno, aún
así los defensores rechazaron el ataque americano, cuando parecía que el puente
sobre el río Churubusco iba a caer llegaron refuerzos de milicia mandados con
Santa Anna con más municiones y la batalla se prolongó por 3 ó 4 horas más,
pero al batallón Independencia se le acabaron las municiones: parte del parque enviado no era del calibre
adecuado (afectó también al batallón de San Patricio), debido a la premura con
que los defensores habían abandonado la primera línea de defensa tomaron lo que
pudieron de las municiones, un cañonazo americano incendió parte de la pólvora
mexicana. Para dificultades de las
mexicanas dos cañones se habían fundido y uno más se había caído de su
cureña. El batallón Independencia hizo
una carga a bayoneta calada y fue rechazado, el comandante Pedro María Anaya
ordenó izar la bandera blanca, pero los patricios arrancaron la bandera y
entonces Anaya ordenó combatir con lo que hubiera, si era necesario, ¡a mano
limpia y con los puros puños!. En ésta
batalla los patricios opusieron una fiera resistencia al invasor, y les causaron
un número enorme de bajas, parte de la motivación de los patricios es que si
eran capturados serían ejecutados como traidores, dos veces más intentaron
rendirse los defensores, pero ambas veces los patricios disparaban al que
llevara la bandera blanca, según testimonios de un oficial americano. Mientras, los invasores lograron cruzar el
río y atacaron a los mexicanos de ambos flancos. Un oficial americano avanzó con bandera
blanca y ofreció la oferta de rendición a los mexicanos, a lo que accedió el
general Pedro María Anaya. Al ser
cuestionado sobre si había parque respondió:
“si hubiera parque usted no estaría aquí”.
Fallado un intento de armisticio se traba batalla en
el Molino del Rey el 8 de septiembre de 1847.
Santa Anna había estado fundiendo campanas para hacer cañones. Los americanos cañonearon el Molino del Rey y
un avance de ellos logró capturar la batería central mexicana, pero el cuarto
regimiento de Línea mexicano carga a paso veloz y logra rechazarlos, los
americanos cargaron a bayoneta, pero fueron obligados a retirarse, las baterías
fueron retomadas. Scott releva al
general que dirigía el ataque y manda mover su ejército, que pone en serios
aprietos a los mexicanos, el combate se torna más intenso y sangriento, pero
los mexicanos rechazaron a los atacantes, en la Casa Mata cercana los mexicanos
atacan, saltan los parapetos y a bayoneta calada rechazan a los americanos,
tomándoles varios prisioneros. En ése
momento se esperaba que la batalla se decidiera con una carga de la división de
Santa Anna y de la caballería mexicana al mando del general Juan N. Álvarez,
Santa Anna mandó cargar a su división, pero por las diferencias del alto mando
Álvarez no cargó y la división de Santa Anna se detuvo a mitad del camino,
puesto que no quería trabar combate en inferioridad de circunstancias, probablemente
Juan N. Álvarez lo hizo a propósito para dejar a Santa Anna a su suerte, ya que
era un opositor a él, irónicamente, al ser liberal, Álvarez es considerado un
héroe hoy en día (posteriormente Juan N. Álvarez fue muy cercano a Benito
Juárez). El Molino del Rey fue perdido,
los mexicanos, para evitar que los cañones cayeran en manos enemigas, clavaron
sus piezas. En ésta batalla falleció el
general Antonio de León, uno de los comandantes mexicanos.
Los americanos siguieron avanzando y llegaron al
bosque de Chapultepec, donde se erige el castillo de Chapultepec, antigua
residencia de los virreyes y en ése entonces convertido en Colegio
Militar. En ése entonces el castillo no
estaba tan refinado, fue Maximiliano el que lo embelleció. Por ser el Colegio Militar y por su posición
en la cima de un cerro naturalmente fue escogido como lugar de defensa, por lo
que los americanos lo atacaron. Previo a
la batalla el director del Colegio dejó ir a todos los cadetes, pero algunos
escogieron quedarse a la batalla. El
Castillo fue reforzado con el arribo del Batallón de San Blas, mandado por el teniente
coronel Felipe Xicoténcatl, mientras que el comandante mexicano era el general
Nicolás Bravo. El día 12 de septiembre
de 1847 los americanos lanzaron un nutrido bombardeo sobre el castillo. Al amanecer del día 13 la infantería de
marina americana asaltó el castillo, lograron llegar al muro, pero se tuvieron
que detener por no tener escaleras de asalto, los centinelas mexicanos
pronunciaron el formal: “¡alto!, ‘¿quién
vive?”, para verificar si eran aliados o enemigos. Al llegar la escalera de asalto el primero en
escalarla fue el capitán Georg Pickett, quien en la guerra civil americana se
haría famoso al comandar una masiva carga de infantería confederada en la
batalla de Gettysburg. Los americanos
lograrían escalar los muros y entrar al castillo, donde se trabó un cruento
combate cuerpo a cuerpo que provocaría muchas bajas entre ambos bandos, la defensa
del castillo fue férrea. En la batalla
Felipe Xicoténcatl al ver a su abanderado caer por las balas enemigas corre a
tomar la bandera de su batallón, fue herido, pero hace todo su esfuerzo por
levantarse, sin embargo, cae herido nuevamente, esta vez envuelto en la
bandera, poco después fallece por sus heridas el valiente teniente coronel
Xicoténcatl, ascendido póstumamente a coronel.
Finalmente, los americanos lograron tomar el castillo, no sin sufrir
grandes bajas: 130 muertos, 29
desaparecidos y 703 heridos. Según Santa
Anna él vio con su catalejo desertar a Nicolás Bravo apenas empezada la batalla
(“lo reconocí por su cabello cano”), según los americanos lo apresaron al final
de la batalla. Debido a las graves bajas
sufridas los americanos festejarían mucho el haber tomado el castillo de
Chapultepec, incluso, el himno de los marines tiene una estrofa en alusión al
hecho: “from the shores of Tripoli to
the Halls of Montezuma…”. Después los
americanos procedieron a tomar las Garitas de Belén y de San Cosme, tras
perseguir al ejército mexicano que se retiraba.
En la acción las tropas del general Andrés Terrés se retiraron, lo que
hizo enojar a Santa Anna, quien incluso le dio un zape a Terrés y
posteriormente diría que Ciudad de México cayó por culpa de Terrés. Un hecho que fue lamentabla para la historia
de México fue que los norteamericanos destruyeron unas efigies de los
emperadores aztecas en Chapultepec: en
tiempos aztecas, se tallaba en la roca el rostro de los emperadores en el cerro
de Chapultepec, los americanos usaron las efigies como tiro al blanco de su
artillería, y se perdieron para siempre los rostros tallados en roca de los
tlatoanis.
Bandera del Batallón Activo de San Blas. |
Batalla de Chapultepec. |
Los
Niños Héroes.
“Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor…”
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor…”
Amado
Nervo
La historia oficial habla de los niños héroes, sobre
ellos se ha tejido toda una mitología, con exageraciones de ambos bandos, los
norteamericanos erróneamente creen que todos saltaron del castillo para suicidarse. Como se mencionó ut supra, el Castillo de
Chapultepec era el asiento del Colegio Militar, algunos cadetes escogieron
quedarse a la pelea. Los Niños Héroes
son los 6 cadetes que murieron en la defensa del Castillo de Chapultepec,
aunque en realidad no eran niños: el más
joven tenía trece años y el más grande veinte, para estándares modernos eran
adolescentes, para los de ésa época eran adolescentes y los más grandes hombres
jóvenes, puesto que era normal que a los 15 años abandonaran el hogar y
formaran una familia. Algunos afirman
que su sacrificio no tiene valor, pero hay que recordar que se les dio la
opción de abandonar el Castillo y ellos escogieron pelear. Los Niños Héroes fueron: Juan de la Barrera, Juan Escutia, Francisco
Márquez, Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca y Vicente Suárez. El tema de los Niños Héroes fue embellecido
durante el porfiriato, para mitigar el dolor y la humillación de la derrota, y
para ponerlos como ejemplo a la juventud de ese entonces, inculcándoles los valores
de patriotismo y sacrificio en honor de la Patria; los Niños Héroes casi no
aparecen mencionados en los relatos inmediatamente posteriores a la guerra,
centrados en las acciones de los oficiales mexicanos, se dan detalles y
pormenores de las hazañas de los oficiales, hoy casi desconocidos. Es de resaltarse que ellos murieron
heroicamente en la defensa de la patria, dispararon sus mosquetes contra el
invasor y cuando estaban los americanos muy cerca o no tenían balas, los
enfrentaban a bayoneta, muchos de ellos murieron de esa forma, enfrentando a
soldados mayores que ellos y de más corpulencia: Vicente Suárez murió en su puesto de
centinela en la escalera de honor peleando a bayoneta con los americanos. El tema central del mito de los Niños Héroes es
la muerte de Juan Escutia: según una
versión al verse herido se envolvió en la bandera y se lanzó hacia el
acantilado, muriendo al estrellarse con la roca en el lado poniente del cerro,
su objetivo era evitar que la enseña nacional cayera en manos americanas (en
ésa época se peleaba con tácticas de línea, el honor era parte importante de
los ejércitos y la estrategia, si la bandera era capturada o caía el
abanderado, se consideraba un deshonor y el ejército perdía la moral, de manera
contraria, el capturar la bandera contraria se consideraba un hecho digno de
todos los honores y de los valientes, las banderas capturadas eran consideradas
trofeos), años después el gobierno mexicano colocaría una placa en esa roca, si
ustedes visitan el Castillo de Chapultepec y tienen la suficiente curiosidad
como para asomarse y ver la roca al pie del Castillo en el lado poniente verán
una roca grande pintada de rojo con la pintura dispuesta como si fuera sangre
derramada y en blanco pintada la fecha 1847, yo recuerdo haberla visto hace
años que visité Chapultepec. En
realidad, Juan Escutia estaba destacado como tirador en el torreón donde estaba
izada la bandera nacional, un disparo norteamericano lo hirió gravemente
haciendo que perdiera el equilibrio y cayera hacia el acantilado. Según José Manuel Villalpando Juan Escutia
era un soldado regular del batallón de San Blas. No fue verdad que Juan Escutia se haya
arrojado envuelto en la bandera, según Armando Ayala Anguiano eso realmente
sucedió en Churubusco, donde un soldado mexicano fue encontrado envuelto en la
bandera nacional, pero nadie menciona el hecho.
En realidad, la bandera mexicana fue capturada por los americanos y en
su lugar se izó la bandera de Estados Unidos, como se mencionó en el tema de
los héroes del Batallón de San Patricio, cuyo relato documentado echa por
tierra éste episodio, en 1982 la bandera fue devuelta a México.
Lámina de los Niños Héroes. |
El
séptimo Niño Héroe.
Miguel era un joven militar miembro del Colegio
Militar, durante la Batalla de Chapultepec sólo tenía 15 años, en dos semanas
cumpliría los 16. Miguel fue de los
cadetes que escogieron quedarse a pelear, al rayar el alba del día 13
desayunaría junto con los cadetes que se quedaron a pelear, en total 50, según
Miguel “el desayuno me supo muy amargo pues me preocupaba, como a mis demás
compañeros, que de un momento a otro pudiéramos ser destrozados por alguno de
los proyectiles que caían sin interrupción”.
A las 8 de la mañana el director del plantel, Mariano Monterde, dio un
discurso en el que ordenaba a los cadetes bajar del Colegio, según Miguel “Muy
mal cayeron aquellas palabras porque consideramos aquel descenso como un acto
de fuga”, pero Miguel desoyó al director y se quedó a pelear dentro del
Castillo, mientras que otros que hicieron como se dijo optaron a medio camino
por unirse a los defensores de las faldas del cerro. Cuando los americanos llegaron al Castillo se
desató un feroz combate en cada cuarto y en cada aula, llegándose a pelear
cuerpo a cuerpo. Miguel enfrentaba a
varios soldados americanos con su bayoneta, cuando un disparo le dio en la cara
en lo más reñido del combate, cegándolo temporalmente y haciéndolo caer. Su rival americano, de mucha mayor estatura,
corpulencia y edad, se disponía a atravesarlo con la bayoneta y rematarlo, pero
la intervención oportuna de un oficial norteamericano impidió que aquel soldado
acertara el golpe mortal: el oficial norteamericano “admirado por el valor, la
serenidad y la firmeza del alumno” lo perdonó y lo tomó prisionero, escoltándolo
hasta el hospital. Miguel sería liberado
el 29 de febrero de 1848 junto con otros 48 prisioneros, y el gobierno lo
condecoraría posteriormente con la medalla en honor de los defensores del
Castillo de Chapultepec. El nombre
completo del joven héroe era Miguel Miramón, un oficial mexicano muy talentoso,
el episodio sería narrado posteriormente por su joven y bella esposa Conchita
Lombardo, quien siempre estuvo muy enamorada de Miramón. En los años siguientes el heroísmo de Miramón
en Chapultepec sería olvidado porque abrazó el bando conservador y en la guerra
de Reforma sería el paladín de los conservadores, derrotando en múltiples
ocasiones a los liberales gracias a su extraordinario talento como
estratega. Miramón llegaría a ser
presidente de la Nación en 1859, a los 28 años, aún sostiene el récord de haber
sido el Presidente de México más joven.
Cuando Maximiliano llegó a México cometió el error de enviar a Miramón a
Europa como embajador, quedándose así sin el mejor general mexicano de la
época. En 1866 volvió a México, cuando
la causa conservadora estaba perdida, pues en Estados Unidos había terminado la
Guerra Civil y el gobierno americano apoyaba abiertamente con tropas, dinero y
armas a los liberales para imponer a su títere Benito Juárez como presidente de
México. Tras la derrota del Segundo
Imperio Mexicano y la captura de Nuestro Emperador Maximiliano en Querétaro,
Miguel de Miramón sería fusilado junto a Su Majestad Imperial en el Cerro de
las Campanas a las 7 y cinco de la mañana del día 19 de junio de 1867, sus últimas
palabras fueron: “¡Viva el Emperador!,
¡Viva México!”. Su delito: haber sido conservador y haber sido mejor que
todos los generales liberales, pecados que aún hoy en día no se le perdonan. Si Miramón hubiera sido muerto por el soldado
americano que le iba a clavar la bayoneta, hoy en día la historia oficial lo
veneraría como a un inmaculado héroe, y sería del grupo de los Niños Héroes de
Chapultepec. El director del plantel, el
general Mariano Monterde, comandó durante la batalla la Primer Compañía de
Cadetes del Colegio Militar, peleó con valor y fue tomado prisionero por los
americanos, fue liberado con Miramón el mismo día que el joven cadete, y
también fue condecorado por el gobierno con la medalla en honor de los
defensores del Castillo de Chapultepec, pero también fue “olvidado” por la
historia oficial y su nombre casi ni se menciona por haber sido del bando
conservador. Extrañamente hoy en día hay
calles en honor de traidores como Juan N. Álvarez y Valentín Gómez Farías, pero
ninguna en honor de Mariano Monterde o de Miguel Miramón.
Antes de entrar a Ciudad de México hubo algunos
intentos de resistencia por lo que quedaba del ejército mexicano, una carga de
Gabriel Valencia a bayoneta fue dispersada por la artillería americana. Algunos guerrilleros mexicanos dificultaron el avance de los americanos.
El 14 de septiembre de 1847 el ejército americano
entró a lo que entonces era Ciudad de México.
Según Armando Ayala los milicianos americanos marchaban sin disciplina,
comiendo plátanos y tirando las cáscaras, cosa que sorprendió a la población
civil: los americanos vestían uniformes
desgastados y manchados de sangre, el general Quitman montaba en su caballo y
al oficial americano le faltaba un zapato.
Ese mismo día la bandera nacional fue arriada del Zócalo y de Palacio
Nacional y en su lugar se izó la bandera de Estados Unidos. Es falsa la historia de que el soldado (un
sargento de marines, Benjamin S. Robert) que izó la bandera de la barra y las
estrellas murió de un disparo, fue un invento de Guillermo Prieta en afán
nacionalista y romántico, como historiador Guillermo Prieto no es fiable para nada,
y como ministro de Hacienda dejó fama de ser inepto. Lo que sí es cierto es que algunos patriotas
mexicanos dispararon a los americanos, y un disparo hirió gravemente al general
John Garland, Santa Anna ordenó liberar
a los prisioneros, en total 30,000, que se sumaron al caos del tiroteo que se
desarrollaba. Finalmente, la ciudadela
se rindió, el oficial que la comandaba pidió un recibo por la rendición,
formalidad a la que accedieron los americanos.
El general Quitman fue nombrado gobernador militar de México.
El Ejército americano en el Zócalo. |
Dentro del país había sectores mexicanos pro
americanos que eran partidarios de una guerra de anexión total, su objetivo era
seguir peleando para provocar a los norteamericanos para que anexaran la
totalidad del territorio nacional, éste sector era el partido liberal, entre
los miembros se encontraba Benito Juárez.
Los americanos sólo ambicionaban los territorios del norte, no tenían
ningún interés en el centro del país, en ése entonces había mucho racismo en
Estados Unidos, y no querían ni indígenas, ni mestizos, ni gente de raza
hispana o que hablara español, ni tampoco católicos, ése fue el gran motivo por
el que no se anexaron el resto del territorio.
El presidente Valentín Gómez Farías rindió la ciudad
de México. El tratado fue negociado cerca a Ciudad de
México, y fue firmado en la antigua Basílica de Guadalupe en la Villa de
Hidalgo el día 2 de febrero de 1848. El congreso
nombró a Don Manuel de la Peña y Peña como presidente interino, a él le tocó la
amarga tarea de firmar el tratado de paz, y ceder los territorios del norte, el
55% del entonces territorio nacional. Por
los americanos negoció el tratado Nicholas Trist, por los mexicanos lo
negociaron Luis Cuevas, Bernardo Couto y Miguel Aristáin. El rol de los representantes mexicanos fue
muy bueno: lograron evitar que el tratado
dijera que se trataba de una cesión, no se mencionó para nada el asunto de
Texas, lograron evitar que los texanos se anexaran la mitad de Nuevo León y
Tamaulipas como pedían, evitaron que la península de Baja California pasara a
manos americanas e hicieron que se incluyera una cláusula en la que se
respetaban los derechos y posesiones de los ciudadanos mexicanos que vivían en
los territorios perdidos, así como algunos privilegios para ellos. Una de las cláusulas estipulaba que los
americanos serían responsables de evitar incursiones de las tribus indígenas
(comanches, apaches, etc.) en México, se sospechaba que los americanos los
incitaban, finalmente, los americanos poco respetaron esta cláusula, pero fue una
de las causas de las Guerras Indias de Estados Unidos, famosas por la muerte
del general Custer. El tratado decía que
los mexicanos serían protegidos, tendrían derecho a escoger nacionalidad, y si
se quedaban por un año en territorio americano automáticamente serían
ciudadanos americanos, sin embargo, meses después el Congreso americano
determinó que serían sujetos a proceso de naturalización cuando el mismo
congreso lo considerara pertinente. Según
una historia contada por Mauricio de la Garza, los mexicanos vivieron en Laredo
en un acto de patriotismo cruzaron el río Bravo con todo y los muertos de su
familia para residir en el lado mexicano y de esta manera fundaron Nuevo
Laredo. Desgraciadamente para los
mexicanos viviendo en los territorios anexados, no se respetaron los términos
del tratado, sus derechos y propiedades, fueron discriminados en la tierra que
le pertenecía a ellos y sus ancestros, no se les dio la nacionalidad como se estipulaba
y en algunos casos fueron ciudadanos de segunda, probablemente de aquí viene el
hecho que se ve hasta hoy de hispanos viviendo en Estados Unidos que reniegan
de sus orígenes o se niegan a hablar español.
Para mala suerte de México tan solo unas semanas después de la firma del
tratado se descubrió oro en California, dando inicio a la fiebre del oro en ése
estado.
México antes y después de perder su territorio contra Estados Unidos. |
En verdad que ésta fue el peor momento en la
historia de México: mutilado, derrotado
y humillado. Apenas cuatro años después
una epidemia de cólera cobraría la vida de 200,000 mexicanos. La península de Yucatán, temiendo ser
atacados y bloqueados sus puertos, se separó de México y se erigió en su propia
república, la República de Yucatán, los yucatecos le ofrecieron su república a
Estados Unidos y el Imperio Británico, pero ambas potencias no accedieron. Poco después estallaría en Yucatán la Guerra
de las Castas, uno de los enfrentamientos de la historia de México más
sangrientos, producto de las tensiones raciales en la península y que por poco
acaba con la población blanca y mestiza en la península, al ver el severo
peligro para ellos, el gobierno de la República de Yucatán le ofrece al
mexicano la soberanía de la península a cambio de ayuda militar y recursos económicos,
el gobierno mexicano accedió y de esa manera Yucatán se reincorporó a México en
julio de 1848; la guerra de las castas terminó cuando en 1901 durante la
presidencia de D. Porfirio Díaz (quien combatió contra los americanos en la
guerra de 1846 – 1848) cuando el general Ignacio Bravo tomó la capital de los
rebeldes.
El
rol de la Iglesia Católica en la Guerra.
Por lo general se tiene la idea de que la Iglesia
Católica apoyó la invasión, ésta creencia está muy difundida entra la gente de
izquierda. El hecho en el que se basan
es que la Iglesia Católica de Puebla recibió a los americanos. En realidad, se trató de un hecho
aislado. Los mismos combatientes
americanos refieren que previo a la Batalla de la Angostura los sacerdotes
católicos bendijeron al ejército mexicano, refieren que era ver un espectáculo
ver al clero con sus ricas y llamativas vestimentas sacerdotales en blanco,
rojo y oro, y que podían ver las columnas de incienso elevarse hasta disiparse
en la atmósfera. Tras la caída de los
puntos defensivos de la capital, el Arzobispo Metropolitano, Luis de Fernández
Rivera, junto con otros sacerdotes, alentó a algunos feligreses que formaron
los llamados batallones cívicos y les pusieron diversos nombres
"Hidalgo", "Morelos", "Galeana" integrados por
abogados, artesanos, empresarios y jóvenes para combatir al invasor cuando
entrara a la capital; incluso hay testimonios de que los sacerdotes de la
capital participaron activamente en la defensa de la ciudad, hecho hoy casi
olvidado. Uno de los hechos en que se
basan para criticar a la Iglesia Católica en esa guerra es la rebelión de los
polkos, conservadores que se sublevaron en la guerra. Hay que poner de relieve, sin embargo, que
fue producto de las torpes acciones del presidente interino Valentín Gómez
Farías, quien intentó expropiar los bienes de la Iglesia tan pronto asumió la
presidencia, luego envió a los posteriormente llamados polkos a Veracruz, sin
embargo, los polkos lo vieron como una vil maniobra para deshacerse de ellos,
ya que no envió a las milicias afines a él, las torpes e imprudentes acciones
de Gómez Farías contribuyeron en la decisión de Santa Anna de retirarse de la
Angostura cuando tenía a los americanos a su merced. El hecho principal que argumentan los
detractores de la Iglesia es que en Puebla el clero les abrió las puertas, sin
embargo, se trató de una decisión para evitar una batalla en Puebla y para
preservar los bienes de la Iglesia, a cambio de la paz, los bienes y ciudadanos
poblanos serían respetados. Meses después
habría una insurrección popular contra el invasor que sería derrotada.
Razones
de la derrota de México.
México fue derrotado por las pésimas decisiones de
los generales (en especial Santa Anna), por las divisiones entre los generales
y otros factores. En ése entonces los
generales peleaban entre ellos por el poder, y frecuentemente preferían ver a
los americanos vencer al rival político antes que prestarles ayuda
(ejemplos: Gabriel Valencia
desobedeciendo a Santa Anna antes de la batalla de Padierna; Juan N. Álvarez se
reúsa a enviar su caballería en la Batalla del Molino del Rey para perjudicar a
Santa Anna, a pesar de que se pudo ganar la batalla, etc.). Los americanos tenían mejor material, mejor
armamento y pólvora de mayor calidad, lo que hacía que sus municiones tuvieran
más alcance, o rango; en la guerra contra México hizo su debut el armamento
Colt, que era de muy buena calidad, el ahora famoso revólver Colt fue usado por
primera en vez en combate en ésta guerra.
Otro factor es que México apenas tenía 25 años como país independiente,
mientras que Estados Unidos tenía como 65 años, por lo que en México no había
nociones de patriotismo, la gente le tenía más lealtad a su tierra y familia
que al país. Durante los 25 años previos
México fue un caos, con la anarquía por doquier producto de múltiples levantamientos
y alzadas, lo que impidió el desarrollo del país. En ése entonces cada estado tenía sus propias
milicias, que usaban para la defensa de sus estados, desgraciadamente, algunos
estados se negaron a prestar sus milicias para la defensa del país argumentando
que las necesitaban para defender sus propios estados, algunos sí prestaron sus
milicias al gobierno federal, Tamaulipas fue de los estados que prestaron sus
milicias al gobierno federal; en el caso de Oaxaca, Benito Juárez se negó a
colaborar con el gobierno federal durante la guerra, según algunos se negó a
dejar pasar al ejército federal que se dirigía a combatir al ejército americano
previo a la batalla de Cerro Gordo, y posteriormente, al renunciar Santa Anna,
se negó a que entrara a su estado. Por
el poco tiempo de vida de México el patriotismo era muy incipiente, por lo que
muchos soldados desertaban, la tasa de deserción del lado mexicano era muy alta
y los batallones se quedaban con muy pocos soldados previo a las batallas, un
ejemplo es que previo a la batalla de Chapultepec fue enviado el batallón de
Toluca a reforzar el castillo, de los 450 hombres que marcharon a la defensa
del castillo, solo quedaron para el combate 27, puesto que muchos desertaron y
al final, los leales a la nación, comenzaron a dispararle a todo el que
desertara, frenando así las deserciones, eso sí, el batallón Xicoténcatl peleó
con mucho heroísmo y honor, algunos lucharon valientemente hasta morir. Fruto de la escasa nación de patriotismo es
que algunos ciudadanos e incluso soldados revelaban al ejército americano los
movimientos del ejército mexicano a cambio de unos dólares, dinero autorizado
por el gobierno americano bajo el nombre de “partida secreta”. Uno de los hechos más avergonzantes para el
país es la “Mexican Spy Company”, “La Compañía Mexicana de Espía”, un grupo de
espías mexicanos que ayudaron a Estados Unidos.
Originalmente eran salteadores de caminos que asaltaban a todo aquel que
viajar en los caminos cercanos a Puebla, al ocupar los americanos la
Angelópolis el clero y la sociedad pidió a los americanos encargarse de
ellos. El general Scott los capturó y
los puso a su servicio pagados con dinero americano, sirvieron de guías,
exploradores y espías, tanto contra militares como contra civiles, según
algunos ellos delataron a Martin Tritschler.
Según algunas fuentes pelearon del bando americano en la batalla de
Churubusco; su líder era un salteador de caminos llamado Manuel Domínguez,
quien recibió el grado de coronel de milicias; contribuyeron a desarmar las
milicias que atosigaban a los invasores.
Después de la guerra fueron dados de baja y regresaron a sus oficios
antiguos, excepto por Domínguez, quien huyó a Nueva Orléans temiendo por su
vida, y murió pobre en ésa ciudad.
El
rol de Santa Anna en la guerra.
Como todo en la vida de Santa Anna, su actuación es
polémica. Originalmente estaba
desterrado en Cuba. Según fuentes
fidedignas pactó secretamente con los Estados Unidos su regreso a México para
convencer a los políticos mexicanos que vendieran los territorios en
disputa. La Armada americana tenía un
fuerte bloqueo en todos los puertos mexicanos, incluido Veracruz, pero al barco
que llevaba a Santa Anna se le permitió atracar en Veracruz. Ya en México sus simpatizantes los quisieron
hacer presidente, pero Santa Anna se reusó, y también desconoció su pacto con
Estados Unidos. Asumió el mando del
ejército prometiendo tomar Nueva York y marchó rumbo a la Angostura, donde
estuvo a punto de derrotar a los americanos, y polémicamente ordenó la
retirada, según las versiones santaannistas fue porque se acabó el rancho o el
agua, las provisiones son siempre responsabilidad del comandante, por lo que
fue falla de Santa Anna, según otros fue por traición para favorecer a Estados
Unidos, y según otras fuentes Santa Anna se retiró por el cansancio del
ejército y al enterarse de la rebelión de los polkos. Posteriormente, perdió todas las batallas. Armando Ayala Anguiano cuenta una anécdota
que ilustra a Santa Anna: previo a una
batalla cerca de Ciudad de México Santa Anna con una arenga patriótica reunió
un ejército cerca de 25,000 hombres de todos los estratos de la sociedad,
incluso de la alta; en el campamento había un ambiente de jolgorio con
profusión de bebidas, frutas y comida. Parvadas
de bellas muchachas de la sociedad iban en carruajes lujosos para ovacionar a
los defensores y darles ánimo; el ejército estaba apostado en el Peñón, cerca
de donde hoy se ubica el aeropuerto de Ciudad de México. Posteriormente vendrían las derrotas de
Padierna y Churubusco. Tras la derrota
mexicana Santa Anna se retiraría a Tehuacán, donde estuvo escondido y tuvo que
huir y moverse entre pequeños pueblos, ya que recibió noticias de que soldados
texanos lo buscaban para vengar las masacres del Álamo y Goliad. Finalmente huyó a Colombia, pero echó la
culpa a los soldados mexicanos: “¿Vender yo la mitad de México? ¡Por Dios!
Cuándo aprenderán los mexicanos que si este barco se hundió no fue sólo por los
errores del timonel sino por la desidia y la torpeza de los remeros”. Es mentira que Santa Anna haya vendido más de
la mitad del territorio, es un rumor infundado que inventó Benito Juárez, rival
de Santa Anna y quien siempre temió que le quitara poder durante su presidencia,
ya que Santa Anna aún tenía partidarios.
En realidad México fue derrotado y obligado a vender por la fuerza y por
la mala el territorio “cedido”, el tratado tuvo que firmarlo el gobierno de Don
Manuel de la Peña y Peña, pues no había otra opción, los americanos ocupaban
Ciudad de México y estaban dentro de Palacio Nacional. Se sabe que a Don Manuel de la Peña y Peña
casi se le tuvo que mandar aceptar la presidencia, puesto que nadie quería
tomarla ya que había que firmar la rendición.
General Antonio López de Santa Anna y Pérez de Lebrón |
Consecuencias.
México se vería obligado a
vender a punta de pistola más de la mitad de su territorio. A cambio de los entonces territorios de la
Alta California y Santa Fé de Nuevo México (ahora los estados americanos de
California, Nevada, Utah, la mayor parte de Arizona, la mitad de Nuevo México,
y partes de Colorado y Wyoming), a cambio el gobierno americano se comprometía
a pagar 15 millones de dólares como compensación (el equivalente a 403.5
millones de dólares actuales), de los cuales 3.25 millones de dólares (el
equivalente a 87.425 millones de dólares actuales) serían retenidos para pagar
deudas debidas a ciudadanos americanos.
La guerra costó al gobierno
americano en total 100 millones de dólares de ésa época (el equivalente a 2,690
millones de dólares actuales), una cifra astronómica para ése entonces, más
tomando en cuenta que México era militarmente más débil que Estados Unidos.
Es mentira que los americanos maltrataran a los prisioneros mexicanos. Impresionados por valor, ordeneban a los médicos norteamericanos atender por igual a estadounidenses y mexicanos, a pesar del racismo imperante en ésa época en Estados Unidos. Hay daguerrotipos (el antecesor directo de la fotografía) de médicos estadounidenses atendiendo a soldados mexicanos tras las batallas e incluso algunos muestran a soldados mexicanos auxiliando a los médicos americanos, claro que se trataba de soldados mexicanos tomados como prisioneros tras las batallas.
Los Estados Unidos
tuvieron una tasa de deserción del 8.3%, varios cientos de extranjeros en el
ejército americano desertaron para unirse al bando americano. La guerra se extendió más del tiempo
planeado, 2 años en total, los americanos mismo lo atribuyen al valor
individual de los soldados mexicanos que se quedaban a pelear a las batallas,
valor que hizo que les costara mucho vencer a nuestro país, a pesar de las
torpezas y divisiones de los generales.
La Fuerzas Americanas
sufriría 1,733 muertos en combate, un porcentaje de apenas el 5.4%, pero si se
toman en cuenta las bajas por enfermedades como el cólera, dengue, tifo, fiebre
amarilla, fiebre tifoidea, etc., el total de muertes es de 13,283, una tasa del
41.5%, la mayor tasa de muertos en toda la historia militar de Estados Unidos,
más que ambas guerras mundiales o la Guerra Civil Americana. Si se cuentan los mutilados y lesionados de
gravedad (4,152) la tasa total de bajas es del 54.5%, la mayor de toda su
historia. Pelear contra México le saldría
muy caro en términos humanos a Estados Unidos.
Durante la campaña de
California los americanos temían un enfrentamiento con el Reino Unido, como
había sucedido apenas 35 años en la Guerra de 1812, guerra en que los ingleses
tomaron Washington e encendieron la Casa Blanca y el Capitolio, y guerra en la
cual un ejército de 4,000 americanos intentarían invadir el Québec y serían
derrotados por tan sólo 1,530 soldados británicos en la batalla de
Chateauguay. En 1846 México tenía una
fuerte deuda con el Reino Unido, los americanos temían que los ingleses se apoderaran
de los puertos mexicanos en California o de toda California para saldar la
deuda. El gran temor americano es que la
armada inglesa en el Pacífico era superior en términos de buques, armamento,
hombres, experiencia y entrenamiento a la armada americana que bloqueaba los
puertos mexicanos. Afortunadamente para
los americanos, Gran Bretaña no intervinió.
Antes del incido de la
guerra políticos americanos importantes como John Quincy Adams y Abraham
Lincoln se opusieron a ella, tanto por motivos humanitarios como por motivos
políticos, Lincoln incluso cuestionaría la versión de los hechos del casus
belli presentada por James Knox Polk. Años
después el entonces teniente Ulysses Grant diría de la guerra que: “Siempre
estuve duramente opuesto a la anexión de Texas, e incluso hoy veo la guerra,
que resultó de ese asunto, como uno de los conflictos más injustos jamás
peleado entre una nación fuerte y una débil; fue un ejemplo de una república
siguiendo el mal ejemplo de las monarquías europeas, con un deseo no de
justicia sino de adquirir territorio adicional”, (nota: en ese entonces Estados Unidos se veía como
el paladín de los ideales republicanos contra el sistema monárquico) años
después Grant llegaría a ser general, sería un héroe en la Guerra Civil
americana y llegaría a ser presidente de Estados Unidos. Sin embargo, el éxito de la guerra supondría
un aumento en la popularidad del presidente americano John Knox Polk, se dice
que su esposa anexó a un collar la pluma de oro con la que Knox Polk firmó la
declaración de guerra; Knox Polk moriría de cólera en 1849 tan sólo 103 días
después de abandonar la presidencia de Estados Unidos. La guerra elevó los bonos políticos del
general Zachary Taylor, comandante del Ejército americano de ocupación del
Norte. Taylor sería electo presidente de
Estados Unidos después de Polk, y moriría durante su mandato en su segundo año
presidencial, no se sabe a ciencia cierta si murió de diarrea, cólera o
gastroenteritis.
Aunque en un principio se
vió como la victoria una hazaña en Estados Unidos (debido a la férrea
resistencia ofrecida por los soldados mexicanos), y como un cumplimiento de la
Doctrina Monroe que les permitía adquirir más territorio y extenderse de costa
a costa, la guerra contra México les traería algunos problemas. Antes de la guerra había tensiones entre
esclavistas y abolicionistas, Knox Polk era un declarado esclavista, los
abolicionistas se negaban a aumentar el número de estados esclavistas y los
esclavistas buscaban más escaños en el Congreso. La solución para los esclavistas fue adquirir
más territorios al sur de la línea del compromiso de Missouri; a excpeción de California,
los nuevos estados y territorios serían esclavistas. El territorio añadido en realidad aumentó la
tensión entre esclavistas y abolicionistas, aumentando los votos de esclavistas
en el Congreso Americano. Finalmente,
éste sería uno de los factores que llevarían a la Guerra Civil americana, la
guerra que en números absolutos ha costado más vidas de soldados
estadounidenses (en la guerra ambos bandos eran estadounidenses), Texas peleó
del bando confederado (esclavista). Los Estados
Unidos aprenderían la lección y jamás volverían a hacer un intento serio de
comprar o anexar por la fuerza territorio de México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario